Danzando Roma: Tripudium, aproximación a un ritual

La historia de la danza se pierde y diluye en mitos y ritos. Su origen se remonta a la propia historia del ser humano y a la necesidad de expresar emociones y comunicar ideas. La danza constituye un fenómeno universal que se ha dado en todos los tiempos y todas las culturas combinándose con otros medios como la música, las canciones, etc., e involucrando materiales suplementarios que se añaden al cuerpo humano tales como adornos, trajes y máscaras.

La danza es una manifestación sociocultural. Por ello, intentar dar una definición universal de danza resultaría muy complicado, no se puede separar la danza de su contexto de ejecución. A pesar de ello hay un general acuerdo sobre que en la danza el soporte natural del movimiento y «el instrumento por excelencia es el cuerpo». Entidad biológica que al danzar se convierte, se transforma en «una manifestación motriz, básicamente expresiva, representativa, aunque también transitiva, que siguiendo un cierto ritmo o compás posee diversas funciones ligadas a la manera de sentir, pensar y actuar del grupo que las produce».
De esta forma, la danza por sí misma no es una cosa, «es una conducta en contexto», una práctica social cuyo estudio puede servir como instrumento para comprender mejor la experiencia compartida por la evocación que se hace en muchos casos de la «estructura ausente».

No obstante, por su materialidad efímera e inmediata solo se accede realmente a la danza a través de experimentarla en el momento que ocurre. Por ello, el análisis de las danzas que no se pudieron observar, en especial las que han desaparecido como las de la Antigua Roma, hay que realizarlo a través de los registros que han quedado: pintura, escultura, arquitectura, documentos, etc