20:30 hasta las 22:45
Proyección SIN AMOR (Loveless, Andrey Zvyagintsev, Rusia)

Proyección SIN AMOR (Loveless, Andrey Zvyagintsev, Rusia)

1€
SIN AMOR (LOVELESS) – Ciclo Cannes en Extremadura
Nelyubov
Rusia, 2017		128’
Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guión: Andrey Zvyagintsev, Oleg Negin
Reparto: Maryana Spivak, Aleksey Rozin, Matvey Novikov, Marina Vasilyeva
Fotografía: Mikhail Krichman
Música: Evgueni Galperine

Boris y Zhenya están en medio de un proceso de divorcio. Aunque separados, las discusiones y la poca comunicación siguen siendo la tónica habitual entre ellos. Ninguno de los dos parece estar muy interesado en Alyosha, su hijo de doce años que sufre la falta de cariño y comprensión que recibe de sus padres. Hasta que desaparece sin dejar rastro y la pareja no tendrá más remedio que unir sus fuerzas para buscarlo.
2017: Festival de Cannes: Premio del Jurado
2017: Premios Oscar: Nominada a Mejor Película de habla no inglesa
Película perteneciente al XI Ciclo de Compromiso Social y Ciudadanía

Zvyagintsev quiere hacer de Loveless un tratado completo tanto de la sociedad que pisa como de las estructuras que la mantienen. Ello sin olvidar la propia y más íntima condición del ser humano. Ya les adelanto que no hay espacio para nada que no sea cortarse las venas. La película sigue el rastro a una pareja en el trance del divorcio y lo hace con el mismo gesto violento con el que Ingmar Bergman convirtió Escenas de la vida conyugal en el vademécum de todo lo triste, de todo lo violento, de todo lo que duele. El odio del resentimiento puede ser mucho más nocivo que todos los venenos del mundo.

La cámara se mantiene siempre atenta al plano justo. La idea es enseñar el límite exacto de todas las fracturas. La tragedia discurre tanto por la furia de lo se ve como por el silencio de lo que apenas se intuye. En un momento, una cinta de las que la policía coloca para delimitar la escena de un crimen vuela por los aires atada a un palo. Queda enganchada a una rama. Así empieza todo. Y acaba. La lanza un niño, precisamente el hijo de la pareja en disputa. Sólo en ese gesto medido y preciso, el director acierta a señalar el lugar del vacío. No hay más. No hace falta.

Cuando el chaval desaparezca sin dejar rastro, el hombre y la mujer quedarán desnudos hasta más allá de los huesos. Ya sí, queda claro, nada tiene sentido. La película discurre toda ella precisa y sin pausas detenida en el mecanismo detallado de la búsqueda. Él y ella se dejan zarandear por el absurdo de una situación que les supera, les abruma y les condena. No es tanto una penitencia, que también, como el vértigo de lo fútil, de lo inútil, de lo brutal. 

Por supuesto, Zvyagintsev no deja pasar la ocasión para hilvanar una desoladora metáfora de su Rusia natal. Otra vez. Si en Leviatán quedaba al descubierto una región geográfica y del alma dominada por la corrupción, el alcohol y la desfachatez, ahora igual. O peor. La tragedia que se respira es, sin duda, más grave. No diremos obra maestra, pero casi. Obra negra, negrísima, sin duda. (Luis Martínez, El Mundo, Crónicas desde Cannes 2017)
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