Amor, envidia, traición, venganza… El Conde de Montecristo es una de las mejores novelas de aventuras de todos los tiempos. Publicada por episodios a partir de 1844, Alejandro Dumas vuelca en ella todo su ingenio. Y también reflejos claros de su propia experiencia, y de la de su padre, el heroico General Dumas. Un mulato hijo de una esclava y un noble normando, que combatió junto a Napoleón y compitió con él en buena lid, pero acabó siendo traicionado y ninguneado por sus orígenes mestizos. Racismo puro y duro, vaya.
La propia historia se basa en hechos reales, en las memorias de un zapatero llamado Jacques Peuchet, que a principios del XIX se enamoró y comprometió con una mujer rica, para ser luego falsamente acusado de espía por cuatro amigos celosos. Como Dantés, durante su encarcelamiento el humilde zapatero conoció a un viejo moribundo que le legó un tesoro escondido. Peuchet no huyó de presidio, pero cumplida su condena dio buena cuenta del tesoro y dedicó diez años de su vida a satisfacer su ánimo de venganza.
Y es que la venganza, por mor del idealismo del que hace gala el protagonista y alguno de los personajes de esta gran novela, es el hilo conductor de la trama. Una implacable sed de justicia que sirve de contrapunto a una sensiblería, avaricia y corrupción que, desgraciadamente, hoy tampoco nos son desconocidas.
Fuente: https://www.granteatrocc.com/espectaculo.php?id=2075
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